En este k-drama por un lado está Park Dong Joo, el
mejor estudiante de su instituto que aspira a ser bombero como su padre, pero
cuyas notas le inclinan por la medicina. Se gana la vida con pequeños trabajos
para mantener a su madre y a su hermana enferma, ya que su padre, que era
bombero, murió en un grave accidente de tráfico. Por otro, está Yoon Soo Wan,
la hija de un famoso médico que ha quedado ciega tras un accidente de tráfico
en el que murió su madre.
Soo Wan está esperando un trasplante de córnea que
nunca llega, hasta que una terrible desgracia ocurre- sí, otra y es solo el
principio-, y consigue su operación. Pero cuando despierta, Dong Joo ha
desaparecido sin dejar rastro. Años después Soo Wan trabaja en Emergencias y un
día conoce a un nuevo doctor recién llegado de América. Se trata de Dong Joo
bajo una nueva identidad que ha regresado para estar con ella, pero, al
descubrir que está prometida a otro hombre, sigue ocultando su nombre y vuelca
su resentimiento en su amada. Cuando el padre de Soo Wan descubre que el primer
amor de su hija ha regresado, el miedo se desata porque hay un terrible secreto
que él esconde.
Se intenta crear una historia muy poética y
profunda y en algunos momentos lo consiguen- las referencias a las estrellas,
la canción-, pero no aciertan. Excesivamente dramática y con una pareja
protagonista en la que no he visto química verdadera, no puedo recomendar esta
serie excepto si tienes ganar de llorar un rato. Un punto bueno es el final,
del que no voy a desvelar nada pero que supone un balón de oxígeno para una
historia que flaquea por momentos.